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domingo, 13 de marzo de 2011

INMIGRANTES EN COLONIA 19 ABRIL

MATERIAL PUBLICADO EN EL DIARIO LOCAL "El Telégrafo"



11/03/2011 | LOCALES

IRMA PARENTE CABRERA

La pluma de la Colonia

Integró varias Comisiones de ex alumnos de la Escuela 19 de Estación Porvenir. A pedido de las maestras, enseñó bordado y costura a las alumnas, y participó en los equipos de consulta en los censos de 1975 y 1995. Su talento como poetisa le permitió concebir versos que reflejan un rico pasado histórico y social que la tuvo como protagonista.
Irma Parente Cabrera recordó los años vividos junto a sus padres y hermana en los campos de la Colonia 19 de Abril. Su relato rescata el compromiso de los vecinos, quienes dieron lo mejor de sí para construir una comunidad pujante, así como la filosofía de trabajo de alemanes, rusos, judíos y criollos.
“Mis padres llegaron a estos campos el 14 de junio de 1925 ocupando la fracción número 6 de la Colonia. Allí vivimos junto a mi hermana Holanda hasta el 18 de octubre de 2003. Había buena rotación de cultivos, se plantaba trigo, maíz, girasol y lino. Más lo que generábamos en la quinta, ya que nos abastecíamos de la propia huerta para comer”, relató.
También recordó tiempos en los que los alumnos de la escuela visitaban a sus padres para rescatar historias del proceso de construcción de la Colonia. “Sí, la verdad que se trataba de una interesante instancia, donde a través de la versión oral los niños accedían a los capítulos de una historia muy rica, levantada con el esfuerzo de las manos de los chacareros”.
Para Irma, quien supo publicar un libro de poesías, la vida en campaña significó una experiencia extraordinariamente enriquecedora y aunque los colonos trabajaban con sacrificio, también había espacios de recreación y entretenimiento. “En cuanto a los encuentros, la escuela fue el lugar en el que disfrutábamos de la más diversa serie de actividades. Desde una quermés, una reunión de comisión fomento y bailes con orquestas en vivo. Era una sana diversión de gente a la que sólo le interesaba dar lo mejor a sus semejantes”. En la Colonia también hubo momentos difíciles. “La sequía de 1942 y la invasión de langostas de 1944 provocaron una alarma generalizada, pero a su vez posibilitaron que los vecinos, unidos por una misma causa, pudieron salir adelante”. “Yo no me explico cómo hicimos, tanto la gente común como los políticos de la época para enfrentar tan angustiante situación. Pero lo cierto es que pudimos salir adelante. El tema de las langostas no dejó cultivo sano. Arrasaron con todo lo que se les cruzaba por el camino”.
Uno de los momentos que reflejaron el estrecho vínculo entre los colonos fue la celebración de un nuevo aniversario de la Colonia, por la década del 90, cuando en el salón principal de la escuela una enorme torta, con las banderas de los países de los inmigrantes, representó los verdaderos lazos de unión.
Si bien los recuerdos de Irma se concentran en tiempos fecundos, confesó que los censos de 1975 y más tarde de 1995 marcaron una cruda y triste realidad: el despoblamiento acelerado de los campos de la zona.
“Un día, cuando nos encontrábamos efectuando el censo de 1995, llegamos a una casa pensando que allí había gente. Grande fue la sorpresa cuando percibimos que su avanzado estado de abandono revelaba que allí ya no vivía nadie. Me angustió mucho ver eso, porque yo conocía a la familia que allí habitaba. Fue muy fuerte y no lo podía creer”.
Si bien estos pobladores rurales vivieron a otro ritmo, lejos de las comodidades materiales del presente, demostraron en todo momento y frente a cualquier adversidad que con actitud, entrega y compromiso se pueden concretar muchos proyectos.
“Había que ver la cantidad de gente que trabajaba en una cosecha. Las máquinas a carbón, los bolseros. Había tanto movimiento que me parece estar viéndolo ahora”, concluyó.









VÍCTOR PIZZICHILLO

Proyectar la vida sin
perder de vista las raíces


Tuvo una infancia feliz, típica de un gurí de campo, y los estudios, merced a tenacidad y dedicación, nunca representaron para él una dificultad. Víctor Pizzichillo (37) es profesor de Historia en el Centro Regional de Profesores del Litoral en Salto y aceptó contar parte de su historia.
Hijo de Ruben Pizzichillo y de Nélida Hermín, construyó su proyecto de vida sin perder de vista sus raíces y a sus seres queridos. Cuando empezó el liceo ya tenía decidido estudiar Historia y cursó profesorado en régimen semi libre.
“Me crié en una comunidad muy unida, muy progresista, en la cual concurrí a la escuela y al catecismo. Hermosos recuerdos de Estación Porvenir. Por ejemplo a la Escuela 19 fueron mis padres, mis tíos y mis abuelos”, relata Pizzichillo.
Una vez culminada la Primaria fue al liceo en Paysandú, donde adaptarse a otros códigos de convivencia –distintos a los del ámbito rural-- significó un mayor compromiso con sus objetivos.
Los Pizzichillo llegaron a estas tierras en 1894. Por aquel entonces no era una colonia y los campos eran propiedad de José Mendisco, cuyas tierras iban desde la zona del Rabón hasta prácticamente el Queguay.
La familia Pizzichillo es originaria de Tito (Italia) y sus integrantes partieron hacia Sudamérica desde Nápoles. “Se trató de mi tatarabuelo y mi bisabuelo. Inicialmente llegaron a Rio de Janeiro, donde trabajaron en la venta de diarios. Era la época convulsionada del cambio de la monarquía a la república en Brasil y había una epidemia de fiebre amarilla. Fue así que optaron por venir para Montevideo. Luego de un tiempo se contactaron con algunos que ya se habían venido para los campos de lo que tiempo después fue Colonia 19 de Abril. Puntualmente el contacto fue con unos de apellido Lancieri. Al tiempo don Pascual --mi tatarabuelo-- regresó a Italia en busca de su familia, dejando a su hijo José, que tenía 10 años, quien a su vez trabajaba pastoreando cerdos en la quinta de Vicente Mongrell. Luego, de muchacho y ya casado con una joven llegada desde Italia llamada Lucía, José se instaló en la zona de la actual Estación Porvenir. De ese matrimonio surgieron los padres de mi abuelo por parte de padre. Don Pascual trabajaba con Fortunato Capurro, que fue quien le prestó el dinero para pagar cuatro pasajes de Nápoles a Montevideo. Eran un poco más de cien pesos fuertes de la época. También operó una trilladora a vapor tirada por bueyes”.
Mientras recuerda aquellas épocas, Víctor extrae de una antigua valija varias fotografías amarillentas, cuadernos viejos y la libreta del almacén donde –entre otras cosas-- estaban anotados los 112 pesos del pago de los pasajes, el 21 de febrero de 1894.
“A comienzos del siglo XX, cerca de la estación y donde es el actual galpón de Bazzini, funcionaba en una parte la Escuela y en la otra el comercio de Capurro, que lo administraba Antonio Rossi. Al frente estaba el comercio del inglés, propiedad de Jorge Niell. Inicialmente Estación Porvenir era la estación, el terreno de Moraga, la parte de Bazzini y el comercio de Capurro”, continúa.
“Es importante destacar que el proceso de colonización lo fueran ampliando los propios colonos, quienes una vez que constituían familia trataban de insistir para que agrandaran los terrenos para las próximas generaciones de hijos. Mientras mi tatarabuelo se radicó en las cercanías del kilómetro 19 de Ruta 90, mi bisabuelo lo hizo en los terrenos donde estaba la Escuela. Básicamente trabajaban en la trilla y las actividades se extendían hasta la zona de Farrapos. Arrancaban en noviembre y llegaban hasta abril del año siguiente. Tiempos en los que se cortaba, estibaba y luego se trillaba”.
Cuando se inauguró la colonia, su bisabuelo, junto a su padre y cada uno en su carreta, fueron los encargados de distribuir los colonos, llevándolos desde la estación de trenes hacia campo adentro, al lugar donde se iban a instalar.
“Las chacras fueron adjudicadas por sorteo y la fracción más grande creo que llegó a las 45 hectáreas, aunque la mayoría son de 35. Hasta se podían comprar en sociedad. Era construir todo de cero porque era todo campo pelado”, relata.
Víctor recuerda los tiempos de Secundaria con mucha alegría. “Fundamentalmente por el sacrificio económico hecho por mis padres. Además tuve que adaptarme. Iba a una escuela donde en sexto año éramos tres y entré a un liceo donde no conocía a nadie. Tenía facilidad y además me gustaba estudiar y así me fui ganando el espacio. Con mi estilo construí una buena relación con todos, profesores y estudiantes”.
Una jornada normal por aquellos tiempos significaba levantarse a las 5 y 20, darle de comer a los terneros, desayunar rápido, y a las 6 y 30 tomar el ómnibus que pasaba por la ruta. A las 7 y 10 llegaba a la plaza Constitución y de ahí continuaba hacia el Liceo Nº 2. Asegura que siempre admiró a su abuelo paterno. “Fue el primer abuelo que perdí cuando yo tenía 12 años. Me marcó el camino”, concluyó.






PAYSANDÚ INTERIOR

La historia de aquellos quienes
también construyeron la patria


Mientras se conmemora el Bicentenario de la Revolución Oriental, resulta interesante rescatar algunos relatos que seguramente no figuran en los libros de historia contemporánea, protagonizados por hombres y mujeres, niños y niñas, que vinieron a estos territorios desde lejanas tierras con el objetivo de volver a empezar. ¿Quién no recuerda tradicionales canciones de aquellos inmigrantes italianos, españoles, alemanes, rusos, judíos, suizos y tantos otros? Ellos no solamente tuvieron que empezar de cero, sino que además le enseñaron a nuestros criollos cómo trabajar la tierra y producir sus alimentos.
Ese bagaje de conocimientos posibilitó la conformación de una mejor comunidad. Una de esas historias se gestó a unos 25 kilómetros al Este de Paysandú capital, en la Colonia 19 de Abril. En ese contexto debemos destacar el esfuerzo de los maestros que intentaron plasmar parte del proceso de construcción nacional, unificando criterios frente a alumnos que debían incorporar la historia de la Patria que los albergaba, brindándole otras oportunidades.
Basta con imaginar a nuestro sistema educativo primario de principios del siglo XX, cuando la maestra debía educar --por ejemplo-- a un niño italiano, alemán o ruso, buscando delinear el espíritu de nación.
Los inmigrantes que llegaron a finales del siglo XIX poblaron estos campos sin mucho margen para quejas, mirando hacia adelante y aplicando sus conocimientos con gran esfuerzo. Fueron pioneros en la agricultura, horticultura y vitivinicultura, pero además desarrollaron una obra de paz y progreso, con formas diferentes de vivir, al tiempo que su innata habilidad les permitió producir y comercializar quesos y vinos.
De esa pujante y próspera comunidad de Colonia 19 de Abril se recuerdan algunos apellidos como Pizzichillo, Parente, Macchi, Fallini, Bueno, Salvo, Giossa, Dorfman, entre otros. La historia de los campos que estas familias solicitaron fraccionar data de 1851. El gobierno de entonces los vendió a un tal Nicanor Costa el 10 de diciembre de ese año y de ahí en más se generarían una serie de negocios hasta que fueron a dar a manos de José Eyherabide Mendisco. Este hombre los vendió al Estado el 17 de abril de 1914, ante Juan José Belo, cuya primera copia fue inscripta en el Registro de Traslaciones de Dominio de Montevideo.
Eran un total de 3.983 hectáreas en dos fracciones de 259 y 3724, que también se dividieron. La primera en 8 fracciones y la mayor en 96. En total fueron 104 fracciones por resolución de la Sección Fomento Rural y Colonización del Banco Hipotecario, división efectuada de acuerdo a los planos del agrimensor Víctor Bernasconi y el ingeniero Alfredo Mendívil, que abarcaban desde el kilómetro 20 al 30 de Ruta 90. Entre el kilómetro 20 y el 21 estaba enclavada la futura Colonia 19 de Abril, fundada en 1915.
Los límites de estos territorios eran al oeste el camino que los separa de colonia Esperanza; al sur las vías del entonces Ferrocarriles Midland; por el norte los campos de Barchi, Parente, estancia Canosa y Rosario Gallardo de Salas, y por el Este los campos de Nemesio Gallardo.
Por esos tiempos ya existía Estación Porvenir, que contaba con escuela primaria fundada el 15 de noviembre de 1890, aunque el nuevo edificio se habilitó el 19 de abril de 1931. De ahí en más esta escuela, ya con 121 años de vida, trabajó en pos de arraigar a los habitantes de la zona. Recientemente fue inaugurado un local anexo y se recicló la vieja estructura.
Un apasionante pasado que marcó a los criollos del entonces y a los inmigrantes que soñaron con la tierra prometida.

2 comentarios:

  1. Don Víctor Pizzichillo. Muy estudioso e inteligente.Tocaba la acordeón piano.Cuando cita que en sexto año solo eran tres, Mariela Bazzini y no recuerdo el que me falta. todas las clases tenían pocos alumnos menos los de cuarto que eramos unos cuantos. Los hermanos Mario y Noemi Sousa,Raùl Abreu,Alba Baucher,Milco Paster,Marta y Mario Curbelo,Andrés Horta y varios compañeros que no recuerdo los nombres.Que hermosos años.Me gustaría estar en algún encuentro de ex alumnos de nuestra querida escuela.Hace unos 20 años que estuve Paysandù y me encantaría estar ahí. Con tu relato me trajiste a mi infancia.Hermosa infancia Saludos

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  2. muy buen trabajo,Victor,y como dice Andres,seria bueno un reencuentro de ex-alumnos,un arduo trabajo de organizacion,pero que valdria la pna,hay compañeros que nunca mas supe de ellos,desde el 79,año que egrese,por ej.los hermano/as Leyes,los Mezquida,francis delos Santos......y eramos pocos.....seria bueno

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