En Suiza, los niños salen a la calle sin una supervisión
estricta de los adultos. Una costumbre que forma parte del legado cultural del
país, pero que corre el riesgo de perderse por la ansiedad que experimentan
algunos padres y que acicatean los medios de comunicación.
Cuando el consultor de negocios Christoph Hunziker y su
familia regresaron a vivir a Berna tras un año de estancia en Perú, le tomó
solo 24 horas a su hijo de seis años acostumbrarse a ir solo al jardín de
niños.
Para llegar a su destino, el pequeño debía caminar menos de
un kilómetro a lo largo de un camino en el que el campo convive con algunos
edificios de apartamentos. Sin embargo, casi al final de su trayectoria, debía
cruzar la entrada de un estacionamiento. Un reto que el niño vivió como un gran
rito iniciático.
"Creo, sinceramente, que se volvió mucho más
independiente, maduro y también ganó en responsabilidad”, dice Hunziker.
En Suiza, como sucede en Estados Unidos, Canadá y otros
países desarrollados, es común ver que los niños caminen solos por la ciudad
para llegar a sus colegios, para regresar a casa o para dirigirse a los
espacios de juego en los que pueden recrease sin las miradas y los oídos
indiscretos de sus padres.
"Pienso que volver a los niños tan independientes como
es posible es algo muy normal", dice desde Berna Alexander Renggli,
diplomático del Ministerio de Asuntos Exteriores de Suiza, quien es padre de
dos niños. En su opinión, la autonomía suiza está relacionado con la forma en
la que los ciudadanos viven la política gracias a la democracia directa.
"Creo que asumir responsabilidad es quizás parte de los valores políticos
fundamentales que tenemos en Suiza”, explica.
Renggli, quien pasó gran parte de su infancia en el
extranjero, con frecuencia en lugares en donde las circunstancias no permitían
que saliera solo, ahora valora profundamente la autonomía de los menores.
Considera que la forma en la que los suizos actúan,
socializan y son criados, los conduce a crecer rápidamente, “a asumir
responsabilidades pronto y a que cada uno se haga cargo de sí mismo”, dice.
Los temores estadounidenses
Hoy, los índices de criminalidad en EE.UU., Reino Unido,
Canadá o Australia, son inferiores a los que había cuando los actuales padres
eran niños y solían caminar solos a la escuela o jugaban en sus vecindarios sin
la supervisión de los adultos.
El hecho de que los riesgos reales sean menores ahora que en
el pasado es uno de los principios que sustenta al movimiento estadounidense de
crianza ‘Niños en libertad’, fundado por Lenore Skenasy, autora del libro
"Niños en libertad: cómo criar niños seguros e independientes (sin
volverse loco de inquietud)”.
Skenazy escribió esta obra tras publicar una exitosa columna
en un diario en la que narraba porque había dejado a su hijo de 9 años viajar
solo en el metro de la ciudad de Nueva York en 2008. En su texto afirmaba
también que Suiza es un buen ejemplo de lo que significa no sobreproteger a los
hijos.
"La libertad es parte esencial de la vida," dice
Skenazy, quien hoy es conferencista y conductora de una emisión de
telerrealidad. "Si los padres están siempre allí, resolviéndole los
problemas y los miedos a los niños, actuando en lugar de ellos cuando hay
peligro o confusión, criarán hijos carentes de la experiencia necesaria para
hacer las cosas por su cuenta cuando crezcan”.
Observar niños que van solos a casa, a la escuela o a los
parques infantiles es algo común en Suiza, pero también en países
industrializados como Alemania, Japón y Holanda.
Skenazy considera que los padres de niños de estas naciones
también tienen temores con respecto a la seguridad de sus pequeños, pero aun
así les permiten hacer cosas solos. "Mucha gente piensa que está
promoviendo algo nuevo (al dar autonomía a sus hijos), pero no es así. Al
contrario, se trata de una práctica muy antigua. Yo soy lo contrario de una
revolucionaria. Soy una reaccionaria", bromea.
Otros países desarrollados manejan el tema de la autonomía
infantil con mucho tiento. Por ejemplo, fue hace poco que Estados Unidos aprobó
una ley federal que permite a los niños desplazarse hasta la escuela utilizando
los medios que los padres juzguen "apropiados para su edad".
Autobús escolar en Dallas, Texas. (Reuters)
Autobús escolar en Dallas, Texas.
(Reuters)
Esta ley fue resultado de un amplio debate estadounidense
protagonizado por defensores de distintos tipos de crianza, detonado por la
difusión, por parte de la prensa, de algunos casos -que terminaron ante la
policía- de padres que dejaban a sus hijos caminar y jugar solos.
Uno de ellos, fue protagonizado por una pareja radicada en
Washington DC que fue acusada de negligencia infantil por permitir que sus
hijos, de 6 y 10 años de edad, caminaran solos a casa desde un parque local.
Tras revisarse el caso a fondo, la policía absolvió a la pareja de todo tipo de
cargo.
Skenazy destaca que, aunque las tasas de criminalidad actual
son menores que las de hace algunas décadas, muchos estadounidenses ceden antes
sus miedos porque “su cerebro funciona como Google, es decir, concede más
importancia a los incidentes puntuales negativos”. Un fenómeno del que no está
exenta Suiza.
Casos suizos
La desaparición de una niña de cinco años en el cantón de
Appenzell, en 2007, llevó al país entero a realizar un examen de consciencia
sobre la protección que reciben los niños en la tradicionalmente
"segura" Suiza, en donde los casos de desaparición y asesinato de
menores son escasos.
En 2016, los peligros de la era digital también asomaron el
rostro y obligaron a la sociedad a reflexionar. Un niño de 12 años desapareció
en el cantón de Solothurn y fue encontrado en la casa de un hombre de 35 años
de edad que habita la ciudad de Düsseldorf, en Alemania. Los dos se habían
conocido jugando en línea.
La policía confirmó que el hombre tenía en su poder
pornografía infantil. Fue arrestado bajo sospecha de abuso sexual de menores y
por privar ilegítimamente de su libertad al menor suizo.
Es este tipo de incidentes -sumados a la profusa difusión de
los mismos por parte de los medios de comunicación- ha hecho que algunos
educadores teman que Suiza cambie pronto su forma de actuar en la crianza.
La bernesa Babette Domig, profesora de educación primaria
recientemente jubilada, afirma que muchas familias suizas que eran propietarias
de granjas campesinas carecían de tiempo para sobreproteger a sus hijos. Pero
las cosas son distintas en la actualidad.
"Disponer de más tiempo libre, poseer más información y
saber más (sobre lo que sucede en el mundo), no siempre ayuda. Y así es como
son las cosas en el presente”, dice Domig.
Intentarlo, una y otra vez
Si a los niños no se les permite averiguar y hacer las cosas
por sí mismos, cuando crezcan carecerán de las habilidades necesarias para
hacer frente a otro tipo de dificultades, opina la psicóloga clínica alemana
Dorothe Dörholt.
Explica que, frecuentemente, encuentra rasgos que se repiten
en sus pacientes. "Muchos de ellos crecieron en ambientes sobreprotegidos,
preservados de cualquier riesgo o situación negativa. Más adelante, no
obstante, salen a la escuela y luego a la universidad, y se sienten totalmente
abrumados. No tienen las herramientas necesarias para hacer frente a las
dificultades que supone la vida de un joven adulto”, indica.
Dörholt, quien también dirige documentales, afirma que todos
los lugares en los que ha vivido (Alemania, Estados Unidos y Suiza) son seguros
para los niños, pero las estrategias de crianza cambian en función de los
temores que perciben los padres.
"Y esto tiene mucho que ver con los medios de
comunicación. Si la gente ve todo el tiempo que hay niños secuestrados, aunque
sea un fenómeno poco frecuente, pensará que el mundo es un sitio
peligroso", apunta.
Los niños tienen un impulso natural hacia la autonomía y es
importante que los padres los apoyen en este proceso, añade la psicóloga.
"Si un niño tiene éxito, se dice: 'Wow, soy capaz de
hacerlo'. Y si las cosas no le salen bien, entonces se plantea: 'Wow, esto era
difícil. Fallé. Pero estoy vivo. Nada malo me ha pasado, así que puedo volver a
intentarlo'", refiere.
Camino a casa
Algunos padres, como Hunziker, consideran que el camino de
regreso a casa es realmente parte del proceso infantil de ganar autonomía, ya
que hay menos presión que en las mañanas, en las que siempre hay prisa por
llegar a tiempo.
El consultor de negocios relata que su hijo incluso se
mostró un poco molesto al final del primer día de clases en el jardín de niños
cuando vio que su padre lo observaba a la salida.
Pero Hunziker tiene claro que esta transición hacía la
autonomía habría sido más difícil en Perú, en donde el tráfico y la inseguridad
llevan a los padres a actuar de otra manera.
"Cuando mi esposa iba a algún lugar con los niños y yo
me quedaba en casa, o estaba en otro sitio, solía estar inquieto. Pero he
aprendido a dejar que las cosas simplemente sucedan. Esa es mi filosofía en el
presente”, concluye.
¿A qué edad dejó usted que sus hijos fueran solos a la
escuela? Su experiencia nos interesa.
Un nuevo
movimiento
El hijo de Skenazy
pidió varias veces a sus padres que le permitieran regresar solo a casa. Un
día, la pareja lo dejó en una tienda departamental cercana a una estación de
metro. Le entregaron un mapa, una tarjeta para transportarse en metro, algunas
monedas para hacer llamadas y 20 dólares para ser usados en caso de emergencia.
El niño llegó a casa en 45 minutos.
Unos días después de que su columna
apareciera en la prensa, Skenazy fue entrevistada por la radio y la televisión
para que hablara sobre la decisión que tomó, que para entonces era fuente tanto
de críticas como de alabanzas.
El término que
eligió para el movimiento que inició (‘Niños en libertad’) contrasta con otro
también conocido en la crianza que es el de los ‘Padres helicópteros’, es
decir, los progenitores que pasan su vida atentos al menor movimiento de sus
hijos para evitar que cualquier cosa mala les suceda.
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